La evaluación de la Junta Directiva es, ante todo, aprendizaje: entender mejor cómo operar como junta y mejorar el trabajo en equipo, con el objetivo de que la entidad nacional tenga una gobernanza y un liderazgo más fuertes. La norma básica 7.IV de Amnistía Internacional establece que, para “mejorar el rendimiento de la Junta Directiva, ésta establece un proceso anual de evaluación (evaluación colectiva) que realiza periódicamente con apoyo externo”. Esto concuerda con lo que vemos fuera de Amnistía Internacional, ya que existen varios estudios de los que se desprende claramente que una junta directiva de alto desempeño con toda probabilidad mejora el desempeño general de la organización y que una junta de alto desempeño suele tomarse en serio su desarrollo, incluidas sus evaluaciones.
De hecho, las personas que integran la Junta Directiva tienen la responsabilidad de dejar Amnistía Internacional en una posición mejor que la que tenía cuando empezaron su mandato. Para ello, las juntas directivas tienen que tener las aptitudes y competencias necesarias de liderazgo y para identificar las nuevas oportunidades y retos estratégicos a que se enfrenta la entidad nacional. Debido al papel fundamental de la Junta Directiva en la definición de la visión estratégica de la organización y en ofrecer una gobernanza efectiva, trabajando en estrecha colaboración con el equipo de gestión, pequeñas mejoras en su rendimiento pueden tener un profundo impacto positivo en la eficacia de la entidad nacional.
Para que la Junta Directiva sea efectiva debe evaluar regularmente su propio rendimiento y el de las personas que la integran, lo que significa evaluar sus objetivos y lo que se propone lograr en un plazo de tiempo determinado. Como Amnistía Internacional es una organización de voluntariado, la eficacia y preparación de sus juntas directivas es fundamental. Para hacer un uso correcto del tiempo, aptitudes y conocimientos de la membresía y para asegurar que se refuerzan sus capacidades a través de actividades de formación y desarrollo, las juntas directivas deben tomar perspectiva y reflexionar sobre su rendimiento y su dirección futura de forma periódica. La evaluación de la Junta Directiva es un ejercicio que da a sus integrantes tiempo para la autorreflexión y es una de las formas más efectivas para identificar áreas en las que mejorar el rendimiento, por ejemplo, aquellas relacionadas con las normas básicas, tales como la elaboración de la agenda, reuniones, presentación de informes, supervisión y rendición de cuentas.
De forma más exhaustiva, la evaluación de una Junta Directiva:
Si no se realizan evaluaciones de la Junta Directiva existe el riesgo de perder oportunidades de aprendizaje y de mejora. Sin reflexiones y comentarios puede ser difícil saber si una entidad nacional está en un proceso de mejora constante para ofrecer el mejor liderazgo posible a la organización. Las evaluaciones de la Junta Directiva son herramientas para evaluar si su rendimiento y comportamiento organizativo facilitan o limitan que la entidad nacional logre un impacto en los derechos humanos. En otras palabras, las organizaciones no pueden aprender sin reflexión. Por muy buena que sea una junta, será mejor si se evalúa de manera sistemática. Sin embargo, como indicó en 2016 la Universidad de Stanford, para ser eficaces, las evaluaciones de las juntas directivas deben tener el nivel de detalle adecuado y deben realizarse en un contexto seguro y propicio.
Todos los procesos de evaluación deben tener en cuenta las barreras y las motivaciones de las personas y los grupos para cambiar. Las evaluaciones de las juntas directivas tienen más probabilidades de éxito si todas las personas implicadas en el ejercicio entienden el valor y los beneficios del proceso. Es muy importante que cada integrante de la junta tenga en cuenta qué riesgos pueden surgir durante la evaluación y que se afronten en grupo, con la vista puesta en aprender de la evaluación.
Los 10 mejores consejos para evaluaciones de juntas directivas [casilla lateral]
Normalmente, la evaluación de la junta empieza con el análisis de la norma básica 7 que se puede dividir en:
Cuestiones relativas a las funciones de gobernanza y responsabilidades de la Junta Directiva:
Cuestiones relativas a la capacidad de la Junta Directiva para desempeñar sus funciones de gobernanza:
Metodologías
Es recomendable contar con una persona externa regularmente, por ejemplo, cada dos años con una autoevaluación en el intervalo. La función principal de la persona externa será recabar y analizar opiniones y datos de forma independiente para su consideración por parte de la junta. La persona externa ofrecerá una perspectiva independiente del rendimiento de la junta, a la que ésta puede reaccionar antes de elaborar el siguiente plan de trabajo. Además, la persona externa puede facilitar la evaluación, lo que puede ayudar a gestionar las conversaciones sobre las relaciones y la colaboración en la junta. Si desean contar con una persona externa que facilite la evaluación de la junta, es recomendable acordar su función y papel en un documento de términos de referencia.
Más allá de las evaluaciones facilitadas de forma externa, las metodologías para una autoevaluación de la junta pueden incluir cuestionarios y encuestas para reflexionar sobre el rendimiento individual de los integrantes de la junta. Con respecto a las evaluaciones externas, las entrevistas confidenciales proporcionan información más completa que las encuestas y cuestionarios, ya que permiten explorar cuestiones más a fondo con los participantes y centrarse en las necesidades futuras. Reflexionar sólo en el rendimiento pasado (por ejemplo, en el trabajo durante el último año) no es una técnica eficaz para mejorar el rendimiento futuro, especialmente en el caso de juntas que deben analizar constantemente el contexto y preparar a la organización para responder a retos presentes y futuros.
Las evaluaciones de las juntas son muy importantes para liderar a la entidad nacional hacia una cultura de apoyo a la evaluación y el aprendizaje, empezando por la junta y ampliándolo a toda la organización. Debe haber un ambiente de colaboración, confianza y respeto entre la junta, el equipo de gestión y todas las personas implicadas en mejorar la organización. Esto conlleva la capacidad de la Junta Directiva de aprender de sí misma a través de las evaluaciones y de tener conversaciones sinceras y constructivas con el equipo de gestión y la membresía. Por tanto, las evaluaciones de la Junta Directiva no deben utilizarse para “culpar” a nadie, sino para buscar soluciones que reduzcan las carencias identificadas en la evaluación y para desarrollarse como una junta que lidera una entidad nacional.
En resumen, independientemente de que decidamos empezar con una autoevaluación de la junta, con una autoevaluación con facilitación externa o con un proceso totalmente externo, es importante tener en cuenta lo siguiente:
Autoevaluación de la Junta Directiva: en los términos de referencia debe especificarse qué integrante de la junta liderará el proceso. Igualmente, en los términos de referencia debe señalarse el propósito principal del ejercicio, el cuestionario o encuesta que se utilizará, la forma en que se debatirán los resultados del cuestionario o encuesta y cómo se implementarán las lecciones aprendidas. Este ejercicio deber realizarse anualmente, como se especifica en las normas básicas.
Autoevaluación de la Junta Directiva con facilitación externa: en los términos de referencia debe especificarse la función de la persona externa seleccionada para facilitar el proceso. El revisor/a externo analizará los resultados del cuestionario o encuesta, los presentará para discusión por la Junta Directiva y facilitará un debate para capturar las lecciones aprendidas de cara a seguir avanzando. Se recomienda realizar este ejercicio cada dos años. Una opción es invitar como facilitador/a externo para la autoevaluación a una persona que integre la Junta Directiva de una entidad nacional similar.
Evaluación externa de la Junta Directiva: la Junta Directiva y el equipo de gestión deben acordar los términos de referencia para que un consultor/a externo realice una evaluación externa y formule recomendaciones de mejora. Una evaluación totalmente externa puede ser importante cuando la organización considera realizar cambios de gobernanza importantes, por ejemplo cuando una entidad o Estructura nacional quiere adaptar su gobernanza nacional a las regulaciones globales de Amnistía Internacional. Una opción en estos casos puede ser invitar como facilitador/a externo a una persona que integre la junta directiva de una entidad nacional similar.