Confianza al ser valientes
El Marco Estratégico Global de Amnistía Internacional señala que “[s]eremos valientes: asumiremos riesgos inteligentes, diseñaremos y someteremos a prueba nuevos enfoques”. Al reconocer que debemos asumir riesgos para lograr nuestra misión, debemos comprender la naturaleza de estos riesgos, cómo podemos reducir la probabilidad y —lo más importante— el impacto de que ocurran, para lograr los mejores resultados y evitar encaminarnos hacia una crisis sin saberlo. Como consecuencia, la gestión evidente de riesgos —como mínimo; de carácter legal, económico y reputacional— y la presentación periódica de informes sobre dicha gestión a quienes se encargan de tomar decisiones operativas y estratégicas es una norma básica (la número 22)
¿Qué es un riesgo y por qué es importante la gestión de riesgos?
Un riesgo es un evento incierto que puede afectar la consecución de los objetivos de una organización —en nuestro caso, el trabajo de derechos humanos. Los riesgos pueden surgir a partir de sucesos externos (por ejemplo, un cambio en las leyes, una amenaza de seguridad o un cambio político) o internos (por ejemplo, cambios en la estrategia, la estructura o las políticas de una organización).
La gestión de riesgos abarca las actividades que se llevan a cabo para identificar y responder al nivel de riesgo al que se enfrenta una organización. Asegurar la evaluación y mitigación de los riesgos y la presentación de informes sobre ellos de forma regular es una práctica fundamental de Amnistía para maximizar nuestro impacto. La gestión de riesgos es principalmente el enfoque para aplicar una estrategia ante la incertidumbre, y es una práctica esencial que aporta resiliencia, confianza y muchos otros beneficios, a saber:
¿Quién y cómo debe gestionar el riesgo?
Es una labor conjunta. La gestión de riesgos es un aspecto fundamental para cualquier organización. Como defensores y defensoras de los derechos humanos, todos somos responsables de garantizar el logro de la misión de Amnistía y de proteger este logro frente a los riesgos. Además, —y como parte de sus obligaciones fiduciarias— el equipo directivo y la Junta Directiva tienen la responsabilidad de establecer una cultura del riesgo y supervisar la gestión de la exposición de Amnistía Internacional al riesgo.
Hay mucho que podemos y debemos hacer para asegurarnos plenamente de que Amnistía puede asumir riesgos inteligentes, priorizar nuestros esfuerzos y garantizar que no nos estamos encaminando sin saberlo hacia una crisis. Dada la rápida evolución y el elevado riesgo que a menudo caracterizan a nuestro entorno operativo, es vital que:
Una vez identificados los riesgos, animamos al personal y los miembros de la junta directiva a que consideren la posibilidad de utilizar los siguientes métodos como primer paso para determinar medidas adecuadas para reducir la probabilidad y/o el impacto de que ocurra un suceso.
Las cuatro opciones anteriores pueden aplicarse individualmente o combinadas para conseguir un nivel aceptable de exposición al riesgo.
Regristros de riesgos
Se recomienda que las personas responsables de estrategia, gobernanza y activos (tanto humanos como financieros) analicen periódicamente los riesgos existentes para los objetivos de la organización y las acciones para hacer tolerable la exposición intolerable al riesgo. La mejor herramienta para comenzar a apoyar este análisis de manera integral y orientada es un registro de riesgos.
Un registro de riesgos es una herramienta para documentar los riesgos y la evaluación del impacto/probabilidad, la estrategia de mitigación, el tratamiento y la responsabilización asociados a cada riesgo, junto con un calendario de implementación. En los documentos clave infra se facilita una plantilla normalizada de este registro, así como orientaciones sobre la mejor manera de rellenar y utilizar esta herramienta.